Cómo nuestra percepción determina nuestra realidad

Percepción y realidad no son lo mismo: el mapa no es el territorio

Percepción y realidad no son lo mismo. Si eres de los que cree que su capacidad objetiva es tan fuerte que es capaz de percibir aquello que pasa tal y como es, siento decirte que estás equivocado. Nuestras creencias, aquello que hemos vivido y nuestras circunstancias condicionan inequívocamente la percepción que tenemos de aquello que vivimos, de la realidad que nos rodea. Percepción y realidad no son lo mismo, al igual que el mapa no es el territorio, como decía Alfred Korzybskiy. Esto significa que nuestra percepción de la realidad (el mapa) no corresponde exactamente con la realidad en sí misma (el territorio).

Quizás con algunos ejemplos, resulte más fácil de entender. Por ejemplo, pongamos el caso de que hay dos hermanos gemelos, que nacieron el mismo día y han sido educados en el mismo entorno, con las mismas pautas y de la misma forma. Una tarde que no están sus padres en casa, deciden hacer una trastada de aquellas que no se olvida fácilmente y cuando sus padres llegan a casa les riñen. Uno de los gemelos lo vive de forma dramática, se hincha a llorar y está triste durante días. El otro se queda serio, pero no le da demasiada importancia. La situación que han vivido es exactamente la misma, pero cómo responden a ella es completamente diferente: un claro ejemplo de que percepción y realidad no es lo mismo.

Vayamos con otro ejemplo que seguro que has vivido tú mismo en primera persona aunque no seas consciente de ello. En el colegio, de pequeño o pequeña en clase. Seguro que si te encuentras con los compañeros de aquella época y recordáis juntos alguna anécdota que vivisteis, que fue exactamente la misma para todos, cada uno la recuerda a su manera. Incluso pueden haber versiones tan distintas que parezca que hayáis vivido situaciones diferentes. ¿Por qué pasa esto? Porque a pesar de haber estado en el mismo lugar y el mismo momento viviendo la misma realidad, el mismo territorio; la percepción, la interpretación o el mapa que hacemos de ella es completamente subjetivo.

La percepción y la realidad han sido desde siempre objeto de estudio

Los seres humanos somos subjetivos por naturaleza y por este motivo es un hecho contrastable empíricamente que nuestra percepción no es exactamente igual que la realidad que existe, sino que está condicionada por nuestro filtro individual. A través de nuestros sentidos percibimos unos estímulos y los interpretamos a nuestra manera, en función de la experiencia vivida, nuestros ideales y nuestros valores.

En nuestro día a día, cuando nos relacionamos con los amigos, con la familia o en el trabajo, analizamos todo lo que nos pasa de forma subjetiva. Esto es algo que durante años se ha estudiado y se ha intentado definir de qué forma o en qué grado, lo que tenemos interiorizado afecta cómo interpretamos lo que nos rodea.

Psicólogos, biólogos, sociólogos e incluso filósofos han analizado un sinfín de casos para llegar siempre a la misma conclusión: nuestra percepción determina nuestra realidad. El filósofo Ortega y Gasset decía “Yo soy yo y mi circunstancia”, que define exactamente esta idea de subjetividad. Por lo tanto, si somos capaces de cambiar nuestra forma de interpretar aquello que percibimos nuestra realidad cambia. Quizás alguna vez hayas escuchado la frase de Marian Rojas: “La felicidad no es lo que pasa, sino cómo interpretas lo que pasa”. Dicho de otro modo, lo que pasa es un 10% y el 90% restante es cómo lo interpretamos y procesamos según nuestra percepción.

¿Cómo creamos nuestro propio mapa o cómo interpretamos el territorio que nos rodea?

Para poder responder a esta pregunta es imprescindible entender cómo creamos nuestro mapa o nuestra interpretación de la realidad, es decir, cómo funciona nuestro cerebro. La comprensión de la realidad es algo que se produce a nivel cerebral. Nuestro cerebro no tiene acceso directo a la realidad o territorio que nos rodea, sino que es a través de los sentidos que capta información sobre ello. 

Los sentidos humanos tienen limitaciones y en estas se encuentra la primera posible distorsión o percepción subjetiva del exterior. Basta con estar resfriado y no tener el olfato y el gusto al 100% para no poder apreciar un menú degustación en un restaurante con dos estrellas Michelin y tener una percepción distorsionada de la misma realidad.

Pero no nos desviemos, nuestros sentidos captan estímulos de la realidad que existe y estos estímulos llegan al cerebro. El cerebro crea una representación de dicho estímulo en función de lo que pensamos, hemos vivido o creemos. Durante este procesamiento de la información, el cerebro elimina, distorsiona y generaliza por naturaleza. 

En este proceso seleccionamos lo más relevante, modificamos y adaptamos ciertos estímulos para darles coherencia en función de lo que hemos vivido y lo categorizamos en base a la experiencia previa que tenemos. En esto consiste el aprendizaje y en base a esto creamos nuestro mapa de la realidad.

Cambiando la percepción podemos cambiar la realidad

Cualquier humano necesita tener su propio mapa mental porque el cerebro humano necesita saber en todo momento qué nos pasa. Hay personas que tienen un mapa mental que les ayuda y les es positivo en cuanto a la percepción de la realidad que les rodea. En cambio, otras personas han ido creando un mapa mental que les resulta limitante, que no les proporciona la flexibilidad necesaria para abrir la mente e interpretar positivamente su realidad.

Que unas personas tengan un mapa que les favorece y les impulsa, y otras tengan un mapa que les resulte limitante, es debido a las creencias, los valores y la interpretación de las experiencias que hemos acumulado a lo largo de la vida. Nuestro cerebro percibe 4 mil millones de bits de información por segundo y es incapaz de procesarlos todos. Por este motivo necesita filtros en forma de creencias, valores, experiencias o estado anímico.

Son estos filtros individuales los que crean nuestro propio mapa, nuestra percepción de la realidad que existe. Cambiar o moldear estos filtros es posible y cuando esto sucede, nuestro mapa y nuestra percepción cambian. Consecuentemente, la realidad que nos rodea también lo hace.

Si crees que cambiar la manera en la que interpretas aquello que te rodea puede ayudarte a conseguir este cambio tan necesario para mejorar la forma en la que te relacionas con tu trabajo, tu familia y tu entorno, no dudes en escribirme. Te acompañare en este apasionante viaje en el que tú conseguirás cambiar tus propios filtros.

¡Empieza el cambio!

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